Los gritos y
aplausos culminaron cuando el hermoso rostro de la famosa cantante calló en el
escenario. Por fin todas esas cirugías terminaron pudriendo los tejidos de su
cara. Los reflectores apuntaban hacia ella sin darle un segundo siquiera para
poder cubrirse rápidamente con las manos, así que salió corriendo entre los
músicos y el staff.
-¡Qué
horror!- gritaba el representante, arrancándose los pocos pelos de la cabeza. Inmediatamente
canceló la presentación. Los fans iracundos comenzaron a chiflar, insultar,
aventar vasos llenos de orines y a golpearse entre sí. Por poco destruyen el
auditorio, pero intervino una horda de granaderos y los sacó a macanazos y gas
lacrimógeno.
Los
noticiarios y periódicos publicaron la terrible noticia, “Una estrella muere”. Cargados con amarillismo, decían que había
muerto trágicamente por una sobredosis, pero esa no era toda la verdad. Los
medios tan sólo querían ocultar algo más siniestro, y en las redes sociales
circulaba el hashtag #DeadPopStar, con una infinidad de MEMES creados por Troles
de Internet.
-Qué
pena, es una verdadera lástima- dijo el dueño de la disquera después de leer la
sección de espectáculos.
–Probablemente
si aplicamos una cirugía más podríamos recuperarla, ¿no te parece?- El
empresario tomó un cigarrillo y lo colocó en su labio.
–No
creo que sobreviva a otro tratamiento quirúrgico- intervino el representante
mientras encendía el cigarro de su asociado. –Ya está acabada, su último disco
fue un fracaso y tenemos que llegar a un publico más joven. - El dueño de la
disquera tomó el teléfono y mandó a llamar al personal de seguridad.
Llegaron tres
gorilas amaestrados y por medio de un control remoto que funcionaba por Wi-Fi, les
dio la orden de conseguir al nuevo ídolo Pop.
No
tardaron más de medio día en regresar con su victima envuelta en un costal,
adormecida en cloroformo. La joven portaba uniforme escolar, la habían raptado
al salir de la preparatoria al parecer. Piel blanca, cabellera larga y obscura,
delgada, un poco plana pero con un par de buenísimas piernas largas, sin duda
eligieron un hermoso ejemplar para el malvado plan de la disquera. La siguiente
etapa para crear al nuevo ícono era de dotarla con enormes pechos, pararle las
nalgas y trabajar un poco en la simetría de su cuerpo en plena pubertad. Con el
vestuario indicado, el maquillaje y peinado perfecto sería una entrañable pieza
del glamoroso mundo del espectáculo.
Un
fuerte olor a formol que provenía del laboratorio en dónde estaba prisionera, despertó
a la chica. Apenas si pudo ponerse de pie. Desconcertada, gritó todo lo que
pudo, pero nadie llegó a su rescate. Intentó una y otra vez abrir el candado de
la celda con un clip y una pieza de su piercing de la lengua, recordando un
viejo truco que le enseñó su ex para abrir la puerta del departamento de la
abuela y meterse a parchar. Nada de eso fue útil. Agotada se dejó caer al
suelo.
Levantó
la cabeza al escuchar que alguien se aproximaba. Sigilosamente se asomó a
través de los barrotes alcanzando a notar un extraña silueta, no pudo percibir
de quién o qué se trataba. El pánico la invadió y de inmediato se refugió en
una esquina de la celda. El ente se estaba acercando poco a poco, pero se
ocultó entre algunos escombros cuando se percató que dos enfermeras iban bajando
por la escalera. No le quedó más que esperar y ver cómo entraron a la mazmorra
por la prisionera.
La sala de
operaciones ya estaba lista. El cirujano ordenó a las enfermeras que desvistieran
a la chica y después le colocaran en la camilla. Al oponer resistencia, la
doparon con una tableta de LSD para así manejar su cuerpo como el de una muñeca
de trapo.
El
doctor se puso los guantes y tomó su bisturí favorito. –Dulce chiquilla,
quedarás como una diosa, te esculpiré con mis propias manos – El doctor
jugueteó con los dulces pechos de la paciente, victima de los influjos del
alucinógeno. Ella sólo sonreía, disfrutando su ritual de transformación. El
cirujano, ante el libido, decidió divertirse antes de anestesiar a la joven
para la operación. No se percató que una mujer de figura deforme entró a la
sala, mientras montaba su numerito de película porno. Le arrebató la vida al
médico clavándole navajas en la espalda, salpicando de sangre el cuerpo desnudo
de la muchacha.
Las
enfermeras corrieron horrorizadas. La extraña mujer tomó a la chica de la
camilla, la vistió con una bata y la dejó dormir sobre un escritorio.
La
joven despertó después de muchas horas, quizá días. Tratando de despabilarse,
se frotó la cara con las manos. Una hermosa voz le habló: -¿Estás bien pequeña?
Alzó
la mirada y vio de quién se trataba: era una hermosa Diva, que la había salvado
de un destino infernal. Le contó que al igual que a ella, la raparon y la
convirtieron en un ídolo pop, y al decaer quisieron eliminarla, pero escapó y
decidió vengarse de la maligna disquera, reinventándose, cambiando de cuerpo y
renacer ante el espectáculo con una nueva identidad. La joven agradecida le
preguntó cómo se lo podía agradecer.
Ella
le contestó: -Puedes comprar mi nuevo disco.
-¿Y
cómo te vas a llamar?
La
Diva sólo sonrió y giño su ojo derecho.
Ilustración: Orlando Arocena
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